jueves, 9 de julio de 2015

Miércoles, meeeeeec...

Cuestión de probabilidades: tres días bien y meto la pata. Pues la saco y sigo para adelante, pero antes, que conste. Dormí mal y poco. El despertador sonó a las 7:30, ¡traidor! El desayuno fue media manzana y prisas. Hoy visitamos a mi madre. Tomé un cortado y nada más porque fui al super para comprar lo que faltaba para el almuerzo. Prisas, prisas, prisas. Náuseas por no comer y, ¿qué hago? Comer dos bollos de limón. Sigo en la cocina preparando la comida mientras las tripas rugen: pulpo a la vinagreta. Me como un plato de pulpo con una vinagreta hecha con pimiento verde, rojo, tomate y cebolla. Bebí un vaso de refresco. Recoger, paseo por la playa, calor, dolor de ovarios, helado de crema (de leche). Vuelta a casa de mi madre. Merienda: una tapa de pulpo. Limpiar, hacer, ¡viva el estrés! ¿Estrés? Pues tres bollos más; suerte que no eran de esos grandotes. Cena: medio pan con mantequilla y jamón cocido. ¿Agua? Mejor acompañar el medio bocata con otro vaso de refresco. Conclusión: desayuné poco y mal, y esa es la palabra que define mi día: mal. Ahora,que hace mucho que cené, haré mis sentadillas: hoy tocan 60. De esto no me redime ni cinco horas de gimnasio, una por cada bollo. Mañana más (cabeza) y mejor.

2 comentarios:

  1. Ay... ay... ay.... Hay que ponerse seria ya!!! Eso de los bollos y comer tan mal no puede ser! Hay que comer. Pero comer bien. Un besote y ánimo.guapa

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  2. El descontrol con las comidas, el estrés, el desorden, son lo peor, ¿verdad?
    Va pasando el día y ves que cada vez haces más barbaridades. Pero el día acabó y seguro que hoy has comido con más orden, y aunque sean las mismas calorías, no sientan igual.
    Un beso y a por esas sentadillas

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