jueves, 25 de mayo de 2017

Las excusas no adelgazan

Lo cierto es que no queremos adelgazar; al menos, no queremos de verdad. Mil cosas se anteponen a nuestro deseo de rebajar esos kilos, de estar sanos, de que nos quepa tal o cual prenda.

Todos decimos que queremos, pero no lo hacemos: que si un cumpleaños, que si es la comunión de mi sobrino, que si he aprobado un examen, que tengo mucho estrés, que tengo mucho tiempo libre... Excusas. Porque si tenemos que entregar un informe para el trabajo, sacamos tiempo hasta debajo de las piedras para acabarlo, pero, claro, no tenemos media hora para salir a caminar o para hacer ejercicios en casa.

Ya los bajaremos, nos decimos, mientras nos comemos ese último dónut de chocolate que nos merecemos por hache o por be. Meeeec. Mentira: ni será el último ni nos lo merecemos. Nuestro cuerpo necesita nutrientes, comida real, ejercicio. Hasta que no dejemos de engañarnos a nosotros mismos, hasta que no empecemos a respetar nuestro cuerpo y nuestra salud, estaremos escribiendo, una y otra vez, que no lo hemos hecho bien, pero que lo intentaremos. Mentira.

Cada elección cuenta y esa galleta no es la última, es una más que nos va a seguir alejando de lo que nos merecemos.

Por cierto, sigo pesando 98.8. De vergüenza. ¿O alguien cree que yo no tengo mis excusas? Solo que ya me cansé y me quito la venda de los ojos.