martes, 29 de agosto de 2023

ReFlexiones

Hay que ver lo que influye nuestra manera de hablarnos en nuestro comportamiento. Hoy me descubrí pensando: si soy "la buena" en lengua española y algún día hago algo mal, ¿qué me queda? Y, automáticamente, pensé: me quedan muchas cosas, porque hay decenas de actividades que nunca he practicado, bien fuera por creer que se me darían mal o bien porque nunca se me hubiera ocurrido hacer tal o cual cosa. Ayer, sin ir más lejos, nos pusieron unos hinchables en piscina; era uno con forma de triángulo (rampa de subida y de bajada) y con una base que tenía un escalón que te daba acceso a dicho triángulo. Mi primer pensamiento fue: yo me quiero subir, aunque me dé vergüenza (ya se sabe, gorda en bañador haciendo el ridículo tratando de subir sin éxito). Sorprendente el hecho de pensar siquiera en hacerlo porque lo normal hubiera sido poner añguna excusa y no hacerlo. Pues lo hice, cierto es que me sentí algo ridícula tratando de saltar para llegar a la parte alta porque no podía (le costó al monitor, que es más alto y entrenado que yo...), y no pude hacer lo que pretendía: sentarme para luego deslizarme, como si fuera un tobogán. Sin embargo, lo hice de otra forma y superé, así otro de mis miedos, que era tirarme de cabeza a la piscina. Me sentí capaz, genial. Además, le pedí a una de mis compañeras, una señora de unos 70 años que había decidido no intentarlo, que lo hiciera y también ella lo hizo. Otra ni lo intentó y me recordó a mí hace un tiempo: dijo que se tenía que ir antes porque, si no, llegaría tarde al trabajo (siempre hacemos el mismo horario y nunca ha puesto pega, fue ver el hinchable y cambiarle la cara; me sentí muy identificada con ella). Lo de la piscina fue a las 7 de la mañana y a las 7 de la tarde tuve pilates. Qué bien me sienta pilates y qué bien me siento viendo la manera en la que mi cuerpo responde, la flexibilidad que tiene, la fuerza. Lo mal que lo trato y todo lo que me permite hacer. Qué duro es pensar que no eres merecedora de estar bien, de sentirte bien. Qué jodido es quedarte en tu zona de confort, aún sabiendo que es eso precisamente lo que te impide hacer cosas nuevas, cosas que te harán sentir mejor. La psicóloga me comentó en su momento que lo que hacemos, aún sabiendo que nos sienta mal, lo hacemos porque cumple una misión, porque tiene un sentido para nosotros, bien sea evadirnos de nuestros problemas o evitar que nos enfrentemos a otra cosa peor. Es una herramienta que tenemos, en ocasiones la única, para afrontar ciertas cosas. El día 5 de septiembre tengo cita con una nueva nutricionista, no pesocentrista, para que me ayude. Aquí voy a parar: me ralla un poco que no vayamos a tener en cuenta el peso y sí las sensaciones, porque lo cierto es que sí quiero bajar de peso y sé que voy a estar pendiente. También sé que son importantes las sensaciones, desde dónde hacemos las cosas y fijarnos más en las medidas, descanso, nivel de energía y blablabla, pero no es menos cierto que las personas que llevamos más de media vida lidiando con nuestro exceso de peso seguimos pendientes del número de la báscula. Lucho conmigo misma, con el deseo de tener una alimentación intuitiva, pero sabiendo que voy a comer muchas más golosinas que las debidas (aunque me las permita la nutricionista, no dejarán de estar casi vetadas mentalmente, porque sigo categorizando la comida en buena y mala). Queda un largo camino, compañeros. A lo mejor, debería haber puesto toda la energía que he depositado en la pérdida de peso en conseguir otras cosas. A lo mejor, debería dejar de seguir luchando y permitirme, simplemente, ser.

miércoles, 16 de agosto de 2023

Miércoles, 16 de agosto

Después de una noche toledana, de dormir poco y mal (el niño no paraba de dar vueltas en su cama, se pasó a la mía varias veces, por el calor), mi despertador sonó hoy más tarde, a las 05:55h (normalmente, cuando voy a piscina, lo pongo a las 05:10). Llegué a piscina un poco por los pelos, a las 06:50, pero a tiempo. Cosa rara, mientras nadaba, noté ganas de comer; normalmente, desayuno sobre las 10:30. Al salir de la piscina, fui a desayunar a un sitio en el que venden cosas sin gluten exclusivamente. Pedí una pulguita vegetal con atún y (meeeeec) un leche y leche. A las once, salí y me tomé un cortado. Es interesante subrayar lo que viene ahora. Desde hace años, mis compañeras y yo íbamos a desayunar juntas: todos los días, a las 08:30, nos levantábamos de nuestro puesto e íbamos a comer. Estando ellas de vacaciones, procedí a hacer lo mismo y, por primera vez (¿en años?) me pregunté si tenía hambre. La respuesta fue que no, así que me dije que lo mejor sería esperar a que tuviera alguna señal que me indicara que quería comer. Sorprendentemente, esa señal apareció a las 13:50h. Dado que ya salía del trabajo y que almuerzo a las 15:00h, decidí esperar hasta llegar a casa. Lo curioso es que seguí haciéndolo así y me funciona de maravilla. Primero, porque así, con esas horas entre la cena y el desayuno, le doy un descanso al cuerpo y se puede regenerar antes y mejor. Segundo, porque escuchaba y respetaba así mi sensación de hambre. En ocasiones, sobre todo cuando desayunamos fuera del trabajo, vamos antes, sobre las 08:30h nuevamente y, si como en ese momento, a media mañana me suele dar ganas de comer. Curioso. Supongo que se deberá a que normalmente tomo un sandwich sin gluten y, claro, el hidrato de carbono tiene ese pico de glucosa y luego te da hambre más pronto. En la medida de lo posible, trato de comer mucha más proteína por la mañana, porque sacia más, aparte de que tiene mayor densidad nutricional. Para hoy tenía preparado (y dejé olvidado en la nevera) un huevo sancochado (cocido), con unos filetes de caballa en aceite de oliva (bote de cristal de ALDI) y unos cherries. Lo traeré mañana con remolacha y zanahoria ralladas con zumo de limón. No sé qué menú habrá hoy en casa de mi padre para almorzar, lo que sí sé es que esta tarde tengo pilates, así que ración doble de ejercicio. Seguiré informando, pues.

martes, 15 de agosto de 2023

Martes, 15 de agosto.

10 horas de sueño, aunque no reparador. Me he despertado varias veces, entre el niño, que no para de moverse, el calor, y que mi cama me muele, es imposible descansar bien. Hoy desayuné un kiwi, un huevo sancochado, medio aguacate y unas lonchas de jamón serrano, más un cortado. Almorzamos arroz integral con prebióticos, carne picada de cerdo y mi salsa casera que hice antes de ayer para los macarrones. Antes de comer (mal), fui a la tienda a tomar un cortado con leche condensada (leche y leche, se llama aquí), más un donut de chocolate blanco relleno de chocolate (gluten, meeeec). No contenta con eso, me comí un polo de chocolate y leche. Por la tarde fuimos a la playa y nos dimos un baño que me supo a gloria. Otro cortado (el cuarto del día) y para cenar, un despropósito: pedimos a la pizzería y yo quise huevos estrellados con papas fritas, cebolla y chistorra (y muuuucha grasa). Estoy haciendo malas elecciones, lo sé. Lo seguiré intentando.

lunes, 14 de agosto de 2023

Lunes, 14 de agosto de 2023

Hoy he publicado dos entradas (o no escribo nunca o me vengo arriba). Como decía, anoche dormí unas 5 horas, pero no con Mario (jeje, perdonen por el chiste literario). Obviamente, es una de las cosas que debo cambiar: irme a la cama antes para poder descansar porque si no descanso, tomaré peores decisiones alimentarias, aparte de que eso es fatal para la salud. El despertador sonó a las 05:20, me tomé la L glutamina que me pautó la anterior nutricionista para la permeabilidad intestinal, y a la piscina que fui. Hicimos el calentamiento en el agua, al ritmo de la música, bien de cardio. Lo bueno es que del centro de deportes al trabajo hay un trayecto de 5 minutos en guagua. A pesar de las endorfinas por el ejercicio, me notaba cansada (también me pasó la semana pasada). Desayuné a las 10:00, dos ciruelas amarillas, medio aguacate pequeño, unas lonchas de jamón serrano, un trozo de queso de cabra semiduro y unos tomates cherries. Después de comer, seguía cansada y me fui a tomar un café sobre las 11:00. Craso error: pedí un leche y leche, es decir un cortado con leche condensada. Después del chute de azúcar, seguía cansada y así sigo. Trataré de dormir una minisiesta esta tarde porque muchas veces como golosinas y ultraprocesados justo después del almuerzo porque, en lugar de atender mis emociones (cansancio, aburrimiento o tristeza, principalmente), me las como. Con lo bien que me sienta una siestita de vez en cuando. Llegaré a casa sobre las 15:00h y me espera un plato de arroz integral tres delicias (con gambones, guisantes y tortilla francesa). Espero hacerlo mejor hoy y empezar a cuidarme y a escucharme de verdad. Edito: comí dos flashes helados. Hace in calor horroroso, así que apetece heladito. Gui a pilates y, al llegar a casa, preparé una ensalada riquísima: verde, cherries, caballa de bote de cristal, cebolla, pepino, millo, picatostes sin gluten. Me comí dos platos. Me acosté sobre las 12 de la noche, pero me desperté pasadas las 10 e la mañana (hoy es festivo).

He perdido la cuenta...

He perdido la cuenta de los nutricionistas o endocrinos a los que he pagado; del número de lunes que he decidido empezar una nueva dieta o, en los últimos años, lo que pretendía que fuera un cambio de hábitos; he perdido la cuenta, decía, de las veces que he prometido que esta vez sí sería la definitiva. Spoiler: nunca lo ha sido. Llevo dos sesiones con una psicóloga, que también es nutricionista, a la que también le pago (vamos, que no es que sea un servicio de la Seguridad Social), con la que reviso mi conducta alimentaria (el porqué de que mi cabeza le diga a mi mano que coja cierto alimento/ultraprocesado y se lo meta en la boca). La siguiente sesión la tendremos el 13/09/2023. Una semana antes, el 05/09/2023, tengo la primera cita con otra nutricionista, que no pauta dietas, sino que intenta cambiar de hábitos y trabaja mucho con la planificación, que es una de las cosas en las que fallo estrepitosamente. Pues bien, precisamente por la cita del día 5, debería hacer un registro no solo de lo que como, sino de cuáles son mis sensaciones y mi nivel de apetito antes y después de cada comida. Ayer fue un día caótico con la comida. Me desperté a las 10:30 de la mañana. Estoy durmiendo poco y mal, de ahí que los fines de semana me esté levantand mucho más tarde. Desayuné una tostada sin gluten (una de las cosas que quiero cambiar) con un poco de foie gras (hacía años que no comía) y un huevo a la plancha, más un cortado. Para almorzar hice macarrones sin gluten con carne picada y salsa casera (tomates, cebolla, ajo, pimiento verde y rojo y zanahoria). Al acabar, me comí un polo de hielo de fresa, luego otro de coco. Por la tarde, el niño me pidió hacer una sesión de cine en casa, así que me fui a por palomitas tipo Risi, m&m´s de cacahuetes pequeños, maltesers pequeños y una tableta de chocolate. Hice un "de perdidos al río de campeonato". No acabó ahí la cosa. No contenta, me comí otro polo de fresa y dos flashes helados. Para cenar, una hamburguesa 98% (ecológica, de pasto) con jamón, queso, y verdura a la plancha. Estuve viendo una peli con mi pareja hasta las 00:30h y tenía el despertador a las 06:20, pero decidí ponerlo a las 05:20h, pues los lunes, miércoles y viernes tengo piscina de 07:00 a 07:45h. No pensaba ir hoy porque me está bajando la regla y estoy medio rara, de ahí tanta golosina, me da, pero al final decidí ir, básicamente porque me encanta cómo me siento al salir de piscina. Los lunes y miércoles, además, tengo pilates (aparatos) de 19:00 a 19:55h. Por cierto, he perdido también la cuenta del número de excusas que me pongo para no cuidarme.